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ENTRE LINEAS

Click (I)

Click (I)

Apagó la pantalla del ordenador sobre la que instantes antes había derramado algo más que sentimientos.  Era la segunda vez que, en los encuentros con él en messenger, no había cruzado la línea roja de “no admitido” sobre su nombre.

 

En sus primeras citas virtuales también dejaba libre de marcas el muñequito regordete y sin rostro que era él pero por diferentes motivos a los de ahora. Al principio era uno más entre sus amantes en “La Red” al que no le importaba despedir con un “estoy ocupada” o “luego hablamos” siempre que su figurilla se iluminaba en verde. Su equilibrio no se alteraba con esa presencia. Era una más con la que compartir palabras sin que se viese comprometida la realidad de las mismas. Le atraía pero no hasta el punto de que le importase perderlo.

 

Es sabido que cuanto más se reparte el riesgo, más se diluye y ella era generosa en el prorrateo de su sensualidad y en la caricia de sus mensajes. Todos respondían en igual medida a sus estímulos y a todos correspondía uniformemente. Era una situación de armonía únicamente alterada por el inconveniente de tener que cuadrar su agenda con las de sus galanes virtuales no fuese que coincidiesen en tiempo y espacio. Eso podía incomodar a alguno de ellos si se supiese compartido y no era cuestión de perder a nadie por una cuestión tan simple de dosificación de tiempo o racionamiento de espacio.  Además la situación tenía fácil arreglo cuando se apelaba a las ocupaciones laborales, el cuidado de los hijos y, sobre todo, la interferencia del cónyuge cuando sus enamorados arreciaban en los intentos de encontrarse con ella.

 

Esa situación fue cambiando a medida que intercambiaba palabras con él, cuando se percató que las de él, se introducían en los lugares más recónditos de su alma removiendo cuerpo y espíritu, poniendo patas abajo su vida. Algo estaba turbando su equilibrio. Y había que defenderse de ello porque una cosa era el juego galante y otra muy diferente era poner en juego su tranquilidad. Una tranquilidad que defendía de la única manera que se podía en la virtualidad. Manejando los tiempos y el espacio. Por eso cruzó la línea roja sobre la figurilla azul del messenger con su nombre. Así podría decidir cuándo, en qué momento hablaría con él. Así podría alejarlo a una distancia prudencial. Le pareció que así podría dominar la revuelta de sus sentidos. No podía. Intensificó la llamada a sus amantes intentando poner tierra de por medio al universo de sensaciones que él le proporcionaba. No pudo. Se sentía embriagada por ese muñeco que giraba y giraba en su cabeza. Su corazón daba un brinco cada vez que aparecía su nombre en la esquina del PC. Se rindió a la evidencia. Su voluntad levantó la línea roja que derrumbaba la barrera que impedía la comunicación con él. No quedaban ni las trincheras para poder refugiarse de la batalla de dos deseos encontrados. Ardientes. Pasionales.

 

¡¡Tenía que hacer algo y rápido!! Click. Encendió la pantalla del ordenador. Le dió vueltas al messenger y apareció la lista de nombres y correos increíbles . Ahí estaba él, apagado. Puso el puntero sobre su nombre y ... (continuará)

 

 

6 comentarios

Violeta -

Continuara... No creo que continue mucho mas, en este mundo virtual nada dura mucho tiempo, ni los amigos... ni los amores... Digan lo que digan no deja de ser un mundo irreal, un mundo sin rostro, sin voz, sin olor, sin tacto.
Un mundo tan solo de refugio de nosotros mismos.

KALE -

y???? Añoraba la intensidad de tus relatos... esperaré impaciente

Abril -

Por si no quedó claro... ;)

Anda!! borra dos que con una vez que te lo diga ya me entiendes.

Besos... (Éstos, aunque sean repetidos, siempre vienen bien)

Anónimo -

Segundas partes... en contra de lo que se dice, pueden ser mejores que las primeras.
No olvides que sigo (seguimos) esperándote.

María José -

Le cundia mucho a la señora, su casa, sus hijos, su marido, su trabajo y sus amantes....dormia alguna vez?

Besos

Oso cavernario -

En el (continuará) me he quedado en expectante atención...